El aire helado escapaba de mis pulmones, el aliento abrasaba mis labios, la sangre incontrolada corría por mis venas, y tú tan cerca, y a la vez tan lejos, permanecías qui
eto, impasible.

Maldito cobarde... ¿Por qué no luchas, por qué no hablas?
No respondiste, nunca lo hacías. Esperé sentada, alcé la vista y me crucé con tu mirada.
No respondiste, nunca lo hacías. Esperé sentada, alcé la vista y me crucé con tu mirada.
Tus ojos, tan azules como el primer día, ya habían perdido su viveza y sólo ofrecían culpabilidad, desamparo, quizá hasta rabia.
No me atreví a asegurarlo.
Tampoco puedo asegurar qué fue lo que vivimos... ¿Fue amor, o quizá sólo un mero juego de pasión y sentimientos? ¿Qué fue realmente?
Contesta cobarde contesta...
Bon voyage!
No hay comentarios:
Publicar un comentario